El día de hoy fuimos de visita a dos museos, al Munal y al Colegio de San idelfonso, en este ultimo fue donde pudimos apreciar varios frescos del gran muralista mexicano Jose Clemente Orozco, que dando una opinion personal es el mejor muralista de esa epoca dorada del arte en México.
El nacimiento del Muralismo Mexicano en San Ildefonso
El fin de los conflictos armados de la Revolución dio lugar al inicio de nuevos proyectos. Para Álvaro Obregón (1880-1928), quien en diciembre 1º de 1920 había asumido el poder como presidente electo, la educación era el medio civilizador y pacificador que daría legitimidad a su gobierno.
Para encabezar la recién creada Secretaría de Educación Pública, Obregón nombró a José Vasconcelos (1881-1959), quien ocupó dicho cargo del 10 de octubre de 1921 al 28 de enero de 1924. Como parte de su programa, Vasconcelos se propuso educar a las masas por medio de ideas e imágenes plasmadas en los muros de edificios públicos.
Un grupo de artistas plásticos dispuesto a sumarse al proyecto obregonista participó en la "decoración" de los muros de la Escuela Nacional Preparatoria. Así, en los muros de San Ildefonso se encuentra plasmada la obra de importantes artistas que marcaron el curso del siglo XX en México como Diego Rivera, Jean Charlot, Fernando Leal, David Alfaro Siqueiros, Ramón Alva, Fermín Revueltas y José Clemente Orozco.
La participación de José Clemente Orozco en el proyecto de la Preparatoria inició en 1923 y concluyó en 1926. En ese periodo, pintó los muros norte de los tres pisos del Patio Principal, así como los del primer descanso del cubo de la escalera.
Entre 1930 y 1942, Fernando Leal realizó la obra Epopeya bolivariana en el vestíbulo del Anfiteatro.
Jean Charlot (1898-1979)
Masacre en el Templo Mayor o La Conquista de Tenochtitlan, 1922-1923
Fresco y encáustica
El muro está dividido por un eje central marcado con un enorme bastón de tres colores. La disposición inclinada del muro permite imprimir gran fuerza a los soldados españoles, que parecen aplastar al grupo indígena. Para la realización de esta obra, Charlot se inspiró en “La Batalla de San Román” de Paolo Uccello, y se apoyó en una interpretación criollista propia del vasconcelismo.
En el ángulo inferior derecho, tres hombres atestiguan el hecho: Diego Rivera, Fernando Leal (con barba) y el propio Charlot (con anteojos). El niño representa el futuro. A lo largo del borde inferior del mural el pintor escribió: “Fue tanto el alboroto de la ciudad y la vocería que se levantó que a los montes hacían resonar y a las piedras habían quebrantar de dolor y lástima. P. Durán”. Esta frase fue tomada del libro del cronista Fray Diego Durán Historia de la Indias de la Nueva España e Islas de la Tierra Firme.
En los paneles de los muros que flanquean el vitral La bienvenida, Charlot ejecutó cuatro pequeños frescos. El primero de derecha a izquierda es el Escudo de la Universidad Nacional de México con águila y cóndor, cuyo marco lleva el mismo color bermellón que utilizó en las lanzas de la Masacre; siguen Cuauhtémoc, el último emperador mexicano; San Cristóbal y Águila y serpiente, emblema nacional mexicano.
Fernando Leal (1901-1964)
La fiesta del Señor de Chalma, 1923-1924
Fresco
El tema central de este mural es el sincretismo cultural, tema propio del nacionalismo mexicano. Conviven en la escena lo profano y lo religioso, con la participación de diversos personajes como danzantes, con máscaras y coloridos atuendos y penachos, niñas vestidas de blanco con coronas de flores, hombres y mujeres y un sacerdote. Esta fiesta es común en muchos lugares del país, no sólo en el pueblo de Chalma.
José Clemente Orozco (1833-1949)
Cortés y La Malinche,
1926
Fresco
Sobre la raza vencida, simbolizada por una figura de tez morena a quien no se le ve el rostro, surge el mestizaje a través de la unión de los dos personajes desnudos. Cortés en actitud dominante y Malintzin con los ojos cerrados en actiutd sumisa y pasiva.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
La despedida, 1926
Los hombres que irán a la lucha armada se despiden de sus madres, lo que da un sentido trágico a la escena.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
El juicio final, 1923-1924
Fresco
En este conjunto la figura central representa satíricamente al Dios Todopoderoso que sostiene el mundo sobre su regazo. Simétricamente, a cada lado, se aprecian dos grupos perfectamente diferenciados. A su izquierda un grupo de hombres y mujeres con aureolas, elegantemente vestidos, son los piadosos ricos, a su derecha, los pobres son perseguidos por varios diablos que los empujan con sus tridentes.
José Clemente Orozco
(1833-1949)
Revolucionarios, 1926
Fresco
El grupo camina fatigado. Son tres revolucionarios con sombrero, cananas y fusil. Los siguen dos mujeres, imagen que alude a la figura de la soldadera acompañando a su hombre en la lucha. Del lado izquierdo equilibran la escena un elemento constructivo y un maguey, característico de los paisajes mexicanos.
José Clemente Orozco (1833-1949)
La trinchera, 1926
Fresco
Esta obra es considerada una de las más representativas de Orozco. Los tres hombres en disposición diagonal caen apoyados en sus cuerpos contra el bloque de piedra que les sirve de parapeto. El conjunto expresa la tensión, la fuerza y el dolor de la lucha revolucionaria. El manejo de los claroscuros y de los rojos sugiere al espectador el fuego y la sangre contenida.
José Clemente Orozco (1833-1949)
Maternidad, 1923-1924
Fresco
Este es el único panel que queda de la etapa inicial en la obra mural de Orozco, formaba parte del proyecto de un primer conjunto titulado Los dones que recibe el hombre de la naturaleza, que fue destruido por el propio Orozco para realizar los que hoy podemos apreciar: una obra con gran influencia del arte europeo del Renacimiento asociada a la pintura de Botticelli.
En la época en que fue pintada, causó disgusto entre quienes llegaron a interpretar al personaje principal como una virgen desnuda con el niño en brazos. Sin embargo, el propio Orozco aclaró su intención de pintar no una virgen sino una madre.
José Clemente Orozco (1833-1949)
Franciscanos, 1923-1924
Fresco
Orozco plasmó el tema de la conquista espiritual en tres paneles. Resaltó la labor llevada a cabo por esta orden religiosa, tanto en lo espiritual como en lo material. En estas escenas, los frailes asisten a los indígenas desvalidos.
Estos fueron algunos de los tantos murales que pudimos apreciar esa tarde.
Fotografias: Marco Ramos
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